domingo, 28 de noviembre de 2010

Villafranca de los Caballeros, Gala el Deporte 2010

La fuerza se mide en kilos,
la velocidad se mide en segundos,
el coraje, no se puede medir, se demuestra.




Estamos próximos a la celebración de la Gala del Deporte 2010. Todos nos emocionamos, ante la posibilidad de subir al escenario de reconocimientos. A buen seguro que, a la mayoría, les supondrá un estímulo para seguir practicando deporte, proponerse nuevas metas o seguir luchando para mejorar y ser el mejor; al fin y al cabo esta es la esencia de la competición en el deporte.

Después de muchos años, y echando la vista atrás; veo que mi curriculum deportivo. Es más bien del montón, tirando “pa” atrás. Quizás se pueda rescatar aquella época en la que la explosiva juventud, sometida a cierta disciplina, lograba aproximarse a ciertos registros de nivel modesto-popular. Queda claro que después del pasar de los años la gloria deportiva solamente es de unos pocos, la mayoría, o más bien la inmensa mayoría obtenemos a lo mucho un gran elenco de situaciones anecdóticas.

Si es cierto, que ese pasar del tiempo, ese haber sido uno de tantos nunca me ha importado; es más, siempre he sido consciente de mis limitaciones y mis nulas cualidades para tan siquiera ir más allá. Como digo, no me ha importado porque lo que si he comprobado y ha quedado testado, es que el deporte me ha aportado coraje, y ha sido en la proporción justa para ir alcanzando metas que, en muchos de los casos son simples metas que te presenta la vida cotidiana en su versión más amarga. No considero que sea un bálsamo de fierabrás que llega enderezar todos los entuertos, porque de ser así, las calles estarían aplagada de “forres gun”. Solamente digo que me ha aportado coraje para luchar en muchas facetas de mi vida, pero en modo alguno ha evitado el que haya cometido errores.


JMR

viernes, 12 de noviembre de 2010

Footing de estado

La inmensa mayoría de los días que me revisto de manera deportiva para corretear lo hago por aquellos espacios que me facilita la cercanía de mi casa o del trabajo. Tanto en un lado como en otro el circuito es acoplativo. Busco espacios abiertos, aceras anchas, algún tramo arbóreo, evito semáforos, cruces de calles, circulación de vehículos y un largo etc., que lo hacen por si complicado, si a ello sumamos la extrañeza de horarios es casi un reto. Hoy por hoy lo siento como una necesidad.
Este angosto panorama de espacio deportivo, sino me equivoco, es el paisaje deportivo de la mayoría de los corredores populares urbanitas y ruralitas; al fin al cabo es una continuidad del devenir diario: prisas, ajetreos, atascos, ruidos, trabajo-crisis-paro… es decir el espacio cotidiano es el que es y es nuestra capacidad e ingenio el que de manera diaria busca el circuito acoplativo idóneo para poder vivir.

La realidad es la que es la que es y solamente es necesario mirar por las ventanas de nuestro hogar, aunque también podemos mirar a la ventana plana de ubicación central y principal de nuestro salón para recrearnos en los verdes campos y armoniosos espacios idílicos donde de manera imaginativa dibujamos nuestro esbelto cuerpo recubierto del adecuado sudor de la felicidad haciendo footing.

De momento, y espero que durante muchos más años, siga corriendo sobre mi realidad para poder seguir afirmando que lo que esto hacemos día tras día se llama “correr”.


J.M.R.