Para alcanzar algo que
nunca has tenido,
Tendrás que hacer algo
que nunca hiciste.
(Anónimo)
Al mismo tiempo que cruzo en bandolera mi bolsa de deporte y ajusto mi
“convertibraga”, evitando que el leve viento frio me llegue a las orejas;
mientras dos barrenderos, acaban de ajustar sus herramientas y con
acostumbradas indicaciones se reparten la tarea, en las proximidades un
noctambulo amaneció, entre tras pies y tras pies, entona un ronroneo musical.
Llego al punto convenido.
Mi indumentaria, chándal bajo
tres cuartos abrigador y mi bolso deportivo al cruce traen la atención del
noctambulo amaneció cantarinero y mientras un tras pies da lugar a otro y al
mismo tiempo que combina un desentono, fija su mirada en mi figura y dirige su
dedo índice a la sien, mientras este gesto internacional representa una ebria
sonrisa brota de su labios.
Cumpliendo con las indicaciones
de la Organización, allí estábamos, con el tiempo necesario para recoger
dorsales, realizar los calentamientos oportunos y recibir la charla técnica
para afrontar la I Carrera X Montaña Cerro de la Degollá.
Los primeros contactos con el
ambiente, nos retraen o, quizás, más bien nos van situando ante la prueba que
se nos viene encima. Indumentaria específica, figuras bien afilas y bien apretas.
De reojo trato de vislumbrar los cerros que marcarán el camino, desisto y me
digo: ojos que no ven corazón que no siente.
Dudo entre mi indumentaria y tras
un vistazo, decido acoplarme la camiseta encima de otra de manga larga (Tipo
Mario Bros), mantengo mi “convertibraga”, ajusto mis guantes y acoplo mi cámara
en el cinturón.
En la línea de salida, se nos dan
los últimos consejos e indicaciones, se nos relata las distintas dificultades
del circuito. Aquí, ya no pienso en la dificultad, es el momento de la euforia,
donde no existe objetivo que se nos resista.
La alegría de los primeros
metros, el corto camino inicial de la salida de Priego hace afinar el ritmo y
rápidamente la temperatura corporal se eleva, dejando traslucir el sudor. Con
la inicial subida los goterones de sudor, desacertadamente caen sobre las
gafas, que en esta ocasión y con desatino he elegido cristales oscuros para
evitar el sol. Acabo de inicial la carrera y mi “convertibraga” la tengo
anudada sobre la muñeca izquierda y los cristales oscuros se encuentran
embadurnados por sendos lamparazos de sudor.
Quizás no hemos cubierto el
primer kilómetro cuando el constante subir se transforma en una estrecha senda
que no nos abandonaran en todo el trayecto. La subida constante, sus piedras y rocas
que se cruzan por el camino, los arbustos, que en ramazos inesperados azotan el
cuerpo, mientras en descuidos bajeros, sientes que los tobillos van a ir
acumulando el inestable suelo. La aventura sólo acaba de comenzar.
Estamos en la primera subida, las
vista van quedando en la espalda, los ojos se clavan con ahínco poco más allá
de la zancada. Mientras se produce un constante jadeo de respiraciones,
escuchas como un bronco y sincrónico sonido te brota del pecho. La “patata” a
cogido un ritmo de a más de cien.
Subiendo al cerro de la Degollá |
“Mirar lo que nos estamos
perdiendo”. Una voz anuncia que algo inadvertidamente está pasando por delante
de nosotros. Miramos, no paramos y con tras pies de casi aterrice te obligas a
decir: mira disfruta estas retando a la montaña. El sendero te mezcla entre las
zarzas y en cerrados zigzagueantes te deja ante desafiantes subidas verticales.
Los músculos se tensionan al límite, bajo el ritmo de una “patata” a más de
cien.
La primera cumbre, poseído bajo
las antenas, se rinde bajo nuestros pies, es el cerro de la Degollá. Es lo más
alto, sin saber lo que viene detrás. Dominas las vistas y comienzas el
descenso. Piedras, rocas, cortados, filigranas de grietas. Un descenso donde el
culo comienza un incesante besasuelos. Los músculos realizan una tarea
antagonista al ascenso, deben sujetar
una vertical bajada, donde fantasmagóricos cortados se presenta bajo los
pies. La belleza de la montaña se mezcla con un cuerpo buscando su límite. Las
sensaciones pasan a ser únicas. Te das cuenta que el de delante sólo es tu
guía, convirtiéndose cada una de la multicolor fila en eslabones a la conquista
de la montaña.
Buscas el saliente donde
amortiguar la bajada, las manos agarran donde pueden, la mezcla de tierra,
piedra y humedad obligan a un incesante besasuelos donde pies culo y manos
forman un quinteto de bajada.
Acaba la bajada y comienza una
nueva subida. No hay tregua. Aquí te avisan. –Tranquilo, que son 3 km de subida,
aunque luego tienes mejor bajada -.
Trato de calcular cuánto mide el paso que alcanzo a dar. Lo desecho. No
es el momento de cálculos. Esto no son metros por segundo, ni siquiera por
minuto, es simplemente subir. Buscar la mejor piedra de apoyo para impulsar con
fuerza cada uno de los músculos de las piernas y al mismo tiempo reforzar el movimiento
con las manos.
Olvídate del tiempo, sólo piensa en subir.
El sudor frio se cruza con un
ligero viento de la montaña, los buitres te muestran el paisaje. La “patata” te
bombea a más de cien. ¡Impresionante!, agotador y eufórico, extraña mezcla que
te funde con la montaña. Buscas el corto momento de ver su esplendor escondido.
Sientes que las fuerzas van siendo las justas. Subes, subes y no dejas de
subir.
Bajada Técnica del cerro de la Degollá |
Los gritos de ánimo, te anuncian
la llegada a la segunda cumbre. Es el momento de repostaje. Algo de bebida,
unos higos y porque no un poco de disfrute del paisaje en los más alto.
¡Ánimo!, que ya son sólo cinco kilómetros de bajada. Alguien de manera amable
me marca un punto allí, abajo. Un punto
que yo lo percibo lejano. Y me dice: Allí tienes que llegar. Simplemente lanzo
una sonrisa. Apretó los dientes e inicio un lento tronton.
Trontón que comienza animarme,
aumento el ritmo. Voy por un camino, que simplemente se convierte en un
espejismo, que da paso a un sendero de bajada. Los músculos están doloridos,
comienzan a dar falso apoyos, no puedo lanzarlos, se siente incapaces de equilibrar
la bajada. Flojean, me están diciendo basta y tengo que seguir. Me trato de
dejar en la bajada. Los músculos tiemblan. Los tobillos han recibido un
intermitente golpeteo, convirtiéndose en un adelantado dolor, que anticipan el
próximo paso. Ves lo que parece la última rampa de bajada y, simplemente te
dejas llevar para acabar.
Una última mirada. Te paras miras
hacia atrás: Cerro de la Degolla a la derecha con su cumbre de las antenas y a
la izquierda el alto del mirador. Me doy la vuelta, al frente y a unos metros las calles de
Priego que por un momento van a ser mi
particular tronton hasta cruzar la línea de meta.
De vuelta y en duermevela, se
cruza la imagen de aquel noctambulo amaneció cantarinero, que con una sonrisa hincando
sus ojos en mi figura, señala con su índice la sien y con singular devaneo
ejerce de arúspice y me dice: -¡Tú!, sí que estás loco-.
Algunas notas:
Siendo la I Carrera X Montaña que se
organiza en la localidad de Priego, creo que es interesante hacer una serie de
apreciaciones:
1.- La bolsa de corredor. Bolsa que
desde la organización se ha trasladado como bolsa de amplio contenido, decir
que este extremo ha estado por debajo de las expectativa de los corredores, se
esperaba algo más e incluso que a última hora (tiempo había desde el cierre de
las inscripciones) no se discriminara a ninguno de los “apuntados”. Y no menos
importante es que esa camiseta técnica lleve la inscripción de la carrera, pues
al fin y al cabo siempre es el único trofeo material que tienen los cientos y
cientos de corredores que sabiendo que no van a ganar dan realce, bullicio y
alegría al lugar que celebra el evento.
2.-Alredor de este evento siempre se
reaviva el sector servicios, ejemplo restauración y hospedería, el conseguir un
menú del corredor lo haría atractivo y no menos importante es el trato que se
les dé a todos aquellos que pernoctan, y que menos que facilitar la posibilidad
de una ducha, siendo flexible en el horario para dejar la habitación ( en
muchos lugares lo hacen). Quedo demasiado pesetero, cuando quien regentaba la
hospedería pedía 15 € por ducharte al final de la carrera.
3.- Por último felicitar a todos los
voluntarios que se han desplegado por el recorrido y en los avituallamiento
porque su alegría y disposición han hecho más llevaderos el recorrido.
JMR